http://yaratullahmonturiol.com/resources/51991_islam_y_derechos_humanos.pdf
Entrevista a Yaratullah Monturiol
Yaratullah Monturiol publicó en 2009 Islam y derechos humanos, (CDPI de Junta Islámica, Colección Sahada), una investigación rigurosa y exhaustiva de la Shariah desde la perspectiva de los derechos humanos en el islam, a partir de las fuentes originales, del Corán y la Sunna. La autora, que ya había publicado en esta misma Colección Shahada la obra Términos-clave del Islam, es islamóloga, investigadora del Corán, y ha profundizado en el terreno de la Mística, abordando las fuentes textuales con una perspectiva espiritual y desde su compromiso con los derechos humanos y la ética musulmana.
Entre sus preocupaciones intelectuales más constantes figuran el diálogo interreligioso, interculturalidad y la la mujer. Su compromiso con las mujeres musulmanas la lleva a protagonizar múltiples iniciativas pioneras en nuestro país durante más de dos décadas. Uno de sus libros más destacados sobre el tema es Dones a l'islam, en Ed. Trabucaire (Perpignan 2008) publicado en catalán y próximamente al francés.
Islam y derechos Humanos es una obra muy extensa y profunda que diferencia con claridad y precisión conceptos que a veces se solapan, como si fuesen sinónimos, y que producen indeseables confusiones y tergiversaciones, sobre todo en los medios de comunicación, los cuales a menudo tratan el tema de la Ley Islámica (Shariah), sin un verdadero conocimiento de su naturaleza ni de su función, ofreciendo la imagen de una ley bárbara e inhumana.
Hashim Cabrera. Islam y derechos humanos nos aclara que aquello que los medios suelen denominar como Shariah no lo es en absoluto, sino que se trata de las jurisprudencias (Fiqh) de unos pueblos y culturas concretos, en muchos casos anacrónicas, que han ido incluyendo a lo largo del tiempo una serie de principios legales que nada tienen que ver con el islam y sí con las diversas prácticas culturales que aún hoy coexisten en las sociedades de mayoría musulmana. ¿Cómo y por qué se produce esta confusión?
— Yaratullah Monturiol. Cierto. La Shari’a es algo completamente distinto y no tiene lógica que se confundan estos términos. Podemos percibir que existe una Ley Natural o Sagrada que rige el cosmos, a la que llamamos Shari’a, Tao, Dharma, Halaha, etc. Es decir, que toda Tradición espiritual que se precie o incluso algunas filosofías poseen unos principios universales que sí pueden inspirar una ética humanista, pero no se puede identificar con ningún código de leyes. Se trata más bien de un “camino” que nos orienta hacia el abrevadero… Este sería el sentido literal del término shari’a que también significa “calle”. Pero, yo me pregunto: Si Abraham ya enseñó a las tres tradiciones semitas: Judaísmo, Cristianismo e Islam, la noción del Dios-Uno, para librarnos de la injusticia humana y la tiranía, que son desgracias que producimos por ignorancia y por arrogancia al endiosarnos, ¿cómo nos erigimos hoy en faraones pretendiendo que la ley hecha o aplicada por el hombre sea la Ley de Dios? En el primer capítulo se reflexiona al respecto pero el libro concreta después respecto a muchos de los puntos neurálgicos que más nos afectan actualmente a nivel global.
Desde un contexto, al mismo tiempo social y espiritual, Islam y derechos humanos es una obra de investigación y reflexión que contextualiza muy bien la problemática de los derechos humanos en los países de mayoría musulmana, por medio de un intenso iÿtihad o esfuerzo interpretativo de las fuentes islámicas, del Corán y la Sunnah. El libro aborda los temas más candentes y difíciles, sobre todo aquellos sobre los que los propios musulmanes suelen pasar de puntillas, por temor muchas veces de ejercer una autocrítica que es hoy más necesaria que nunca: violencia doméstica, el uso del hiyab, la ablación de clítoris, la lapidación y los matrimonios forzosos, la apostasía y la homosexualidad. Esta obra ¿Es un ensayo aislado o bien forma parte de un movimiento más amplio dentro del pensamiento musulmán?
— Insisto siempre en decir que no es mi libro. Es un libro para todo el mundo y especialmente para la Umma muhammadiana; un libro para estos tiempos, que ojalá no se hubiera tenido que plantear así, pero llevamos demasiado tiempo soportando mentiras insostenibles, castigos injustificables, se está derramando sangre inocente… Dice nuestra Tradición que cuando veamos algo incorrecto o desagradable, actuemos, y si no podemos intervenir, entonces lo reprobemos con la lengua, y si tampoco se pudiera, al menos con el corazón. La situación actual es preocupante y nos compromete. Es una responsabilidad que tenemos todas y todos en la medida de nuestras posibilidades. Pero, el libro es fruto de muchos trabajos anteriores y de una necesidad urgente hoy.
En realidad se trataba ni más ni menos que de reciclar –literalmente-, recopilar información y datos objetivos, acompañándolos de cierto sentido común que ayudara a explicar asuntos tan escabrosos. Efectivamente, ha sido un trabajo muy lento y meticuloso. Las fuentes en las que me baso y que respeto por encima de todo son por supuesto, el Corán y la Sunna, que es de donde surge la inspiración y el ejemplo que pone luz a todas las cuestiones. Después, hay pensamiento recogido de muchas personas y de épocas diferentes. Antiguas enseñanzas, perlas de sabiduría y maestros de ayer y hoy, que en su propio contexto y en su tiempo han hecho su aportación de formas muy variadas. Que Allâh les recompense por su honestidad y en sus esfuerzos. Todos los capítulos tienen algo en común y es que muchas cosas no son lo que parecen. A pesar de la gravedad de algunos conflictos muy complejos, siempre se pueden y se deben defender los Derechos Humanos como algo intrínseco al Islam. Después de tantos años siendo testigo de las mismas polémicas e injusticias, tratadas siempre de forma apresurada, peligrosamente superficial y morbosa, tenía que abordar todas esas cuestiones más a fondo. Yo ya había acumulado suficiente material, suficiente reflexión y suficiente indignación, así que me puse manos a la obra…
Tu libro es un texto muy valioso porque, además de su pertinencia al abordar las diversas problemáticas legales del mundo musulmán contemporáneo con relación a estos temas tan controvertidos, lo hace desde posiciones de equilibrio y sensatez que son hoy más que necesarias para una actualización de las fuentes y de la tradición jurídica del islam. ¿Has recibido muchas críticas tras la publicación de la obra? ¿Qué tipo de críticas? ¿Desde qué posiciones?
— Ningunear un trabajo de este tipo es una forma clásica de sabotaje que hace un flaco favor a la comunidad. Muchos prejuicios que no viene al caso enumerar impiden quizás que no se proponga el debate serio y profundo que merecen los temas que trata el libro. Pero, lo más importante es que se use; que se pueda discutir sobre todo ello con libertad y para el beneficio de las personas más vulnerables, gente oprimida, gente pobre; que simplemente nos podamos servir de este tipo de información o que se le pueda transmitir a quien la necesite y se pueda acceder a ella con facilidad… ¡Que se escriban más libros como este y mejor! Que se recojan los fragmentos que cada cual prefiera y los haga suyos, que lo plagien, ¿por qué no?
Valoro mucho cualquier crítica inteligente o la diferencia de visión de quien dedica el tiempo necesario a entender, porque es en ese diálogo donde se evoluciona y en un futuro se puede mejorar lo que ya se ha hecho. No me preocupa quién está detrás de la calumnia sistemática, que no suele leer nunca lo que critica, que no sabe y establece un juicio sin comprender.
Abordas ampliamente en tu ensayo la problemática de la mujer musulmana. Una de tus conclusiones más interesantes tiene que ver con la naturaleza emancipadora del islam con relación al estatus de la mujer. También has participado en diversas iniciativas del denominado ‘feminismo islámico’. ¿Qué tiene de genuino este movimiento? ¿Qué diferencias podríamos rastrear con el feminismo occidental de corte clásico?
— El feminismo islámico destaca la suma importancia de la pluralidad y reivindica su especificidad. Sin embargo, es interesante comprobar que el llamado “feminismo occidental” es también cada vez más plural y de hecho anda un poco dividido. A mi me parece que ya no se puede hablar de “feminismo occidental de corte clásico” salvo en aquellas corrientes más conservadoras ancladas en el pasado, que forman lobbies de poder excluyentes y que suelen defender ideas islamófobas. Existen otros movimientos feministas occidentales completamente distintos, que superando referencias culturales originales, no se limitan a estar abiertos sinceramente a esta pluralidad de hoy, si no que también se solidarizan con otras mujeres que sufren discriminación, por ejemplo, denunciando el feminismo post-colonialista y defiendendo el derecho a llevar velo o la libertad religiosa, incluso sin compartir estas convicciones.
El feminismo islámico es uno de los movimientos más vivos de este nuevo siglo y seguirá creciendo sin detenerse. Es capaz de adaptarse a los cambios constantes que exigen los nuevos tiempos sin perder su esencia y su base islámica, y es justamente desde la base y con el pueblo donde empieza la auténtica transformación social.
¿Cuáles son, a tu juicio, los principales problemas que enfrentan las mujeres musulmanas de hoy?
— Pues exactamente los mismos que todas las mujeres, pero probablemente con un sambenito colgado que pesa mucho y la presión psicológica de que todo el mundo quiera librarnos de algo, protegernos de algo, salvarnos de la ceguera o la estupidez, hablar en nuestro nombre y tomar las riendas de nuestra vida… Pero, para ser precavidas con nosotras mismas, diría que corremos el riesgo de caer en el victimismo si nos olvidamos de nuestra responsabilidad como califas, que no podemos poner en manos de nadie más. Sólo así podremos aportar a nuestra sociedad y a las generaciones futuras algo mejor. Es muy importante que seamos conscientes de que nuestra autodeterminación nos hace evolucionar como personas. Somos insumisas e independientes porque somos musulmanas y sólo claudicamos ante Allâh.
Hemos podido ver, durante la denominada ‘primavera árabe’, que muchos de los discursos de estos movimientos incluyen reivindicaciones de los derechos humanos básicos. ¿Cómo ves el futuro de los derechos humanos en los países de mayoría musulmana tras estos acontecimientos?
— Siempre he comentado dos cosas: la primera, que habría un efecto dominó en cuanto se activara la primera señal de alarma, y aunque nadie podía imaginar dónde, cuándo o cuál sería el detonante, ya ha empezado un proceso sin vuelta atrás. La segunda, que es incorrecto el calificativo de gobiernos “islámicos”, cuando se trata de poblaciones con mayoría musulmana. El pueblo árabe no quiere guerras ni violencia y por ello ha aguantado en silencio, abusos y tiranías que claman al cielo, aspirado durante años a una forma diferente de resolver sus problemas. Ahora, la sociedad civil ha salido a la calle y se está haciendo oír…
Tampoco creo que haya evaluación posible mientras esta etapa todavía sigue sucediendo. Además de que, cada país tiene sus propias características y no hay forma de prever el futuro. Pero, es obvio que se necesitan nuevos planteamientos y sufrimos una crisis sistémica que afecta más que nunca a todo nuestro mundo globalizado. Nosotros tenemos un hadiz que dice que cuando un miembro del cuerpo enferma todo el cuerpo enfebrece ¡La humanidad entera está resentida y quiere curarse! Para que la suerte de un pueblo cambie tiene que cambiar la propia gente, como viene a decir el Corán.
También hemos podido comprobar cómo las mujeres adquirían un protagonismo inusitado en las protestas, reclamando sus derechos. En este contexto ¿Qué evolución puede preverse en estas sociedades con relación al estatus de la mujer?
— Es totalmente imprevisible, aunque en una transición de este calibre lo más práctico y sensato sería aunar fuerzas. Pero tiene que establecerse el estatus igualitario y fraternal que nos enseñó el Islam hace más de catorce siglos. Para ello, las mujeres deben recuperar los espacios usurpados y el patriarcado debe perder su hegemonía por el bien común. Pero, sea como sea, el poder de este mundo corrompe. Así que esté quien esté gobernando necesita que el pueblo le recuerde diariamente, que ha de ser su humilde servidor y no al revés.